📅 Publicado el 5 de agosto de 2025
✍️ Por David Azmitia
Vivimos en un mundo saturado de teorías, excusas y justificaciones. Pero hay algo que es simple y claro: si decimos que Dios habita en nosotros, nuestro entorno debe reflejarlo. Punto.
Muchos cristianos se enfocan —y con razón— en mantener su cuerpo limpio, su mente en paz y su espíritu alineado con Dios. Pero se olvidan de que Dios también visita nuestro hogar físico. Sí, esa casa donde dormís, comés y ves series. La Biblia no es ajena a este concepto. De hecho, lo establece con claridad brutal en Deuteronomio 23:12-14, donde Dios exige al pueblo que mantenga limpio su campamento, porque Él pasa en medio de ellos.
📖 “...porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento... por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti.”
(Deut. 23:14)
⚠️ ¡Ojo con eso! Si hay inmundicia, Dios se aparta.
No es sólo el cuerpo. También tu hogar comunica si realmente estás caminando con Dios.
Y no se trata de tener una casa con mármol, alfombras persas y aroma a lavanda francesa. Se trata de limpieza. 🧼 Orden. 🗂️ Cuidado. ❤️ Paz. 🕯️
¿Querés saber si una casa está en orden espiritual?
🎧 Escuchá el ambiente.
👀 Observá si hay caos.
Si hay gritos, suciedad, desorden o incomodidad constante, probablemente haya zorras pequeñas —como dice Cantares 2:15— robándose la paz.
Y lo peor es que a veces ni las notamos.
Jesús dijo en Mateo 12:43-45 que cuando un espíritu inmundo sale de una persona, va por lugares secos buscando descanso, y si no encuentra dónde, regresa a su antiguo hogar.
¿Y qué encuentra? Una casa limpia, barrida… pero vacía.
🚨 Eso es peligroso.
Porque limpieza sin ocupación es invitación.
Aplicado al hogar:
No se trata solo de pasar el trapo, se trata de llenar el ambiente con la presencia de Dios.
Una casa limpia, vacía de propósito, es tierra fértil para que entren cosas peores. 👻
¿Le ofrecerías a Jesús un vaso con mal olor? 🥴
¿Lo invitarías a sentarse en un sofá lleno de basura? 🗑️
No hace falta ser extremo. Pero sí conscientes.
El Dios eterno se toma el tiempo de pasar por tu casa.
¿Le estás dando la bienvenida o lo estás empujando a la puerta trasera?
La entropía —sí, ese concepto físico— dice que todo en la vida tiende al desorden si no se le da mantenimiento.
Tu casa no se va a limpiar sola.
Y tampoco se trata de convertirla en un museo donde nadie toca nada. 🏛️
🧭 El equilibrio está en el movimiento ordenado.
En que cada acción que hacés en casa sume paz, belleza y propósito.
✅ Saca lo que estorba.
Empezá por lo evidente: basura, suciedad, objetos rotos o sin propósito.
✅ Ordená con intención.
¿Tu sala invita a la conversación y la armonía?
¿Tu cuarto inspira descanso o estrés?
✅ Mantené la atmósfera espiritual.
Música que edifique, palabras que bendigan, conversaciones que construyan.
✅ Dale a Dios un espacio.
¿Y si tenés un rincón de oración? 🕯️ Un lugar simbólico donde recordás que Él es bienvenido.
No hay excusas.
Si Dios habita en vos, tu casa debe reflejar su presencia.
No porque sea un requisito legalista, sino porque es una respuesta natural del corazón que entiende: