📅 Publicado el 25 de agosto de 2025
✍️ Por David Azmitia
Hay una carga en mi corazón que no puedo ignorar.
Una carga por aquellos que han vivido más que nosotros.
Por los que caminan más lento, pero han recorrido más camino.
Por los que el mundo suele olvidar... pero el cielo recuerda con honra.
Sí, hablo de nuestros ancianos.
De los hombres y mujeres que, con pasos temblorosos, se acercan a la eternidad… pero no como derrotados, sino como guerreros llenos de medallas.
Muchos de ellos están más cerca de ver a su Creador que nosotros. Eso no debería llenarnos de lástima. Debería llenarnos de reverencia.
Porque mientras el mundo celebra la juventud y la rapidez, Dios celebra la fidelidad que resiste el tiempo.
Y ellos han resistido. Han amado. Han perdido. Han llorado. Han luchado por sus familias. Y muchos, aunque no lo digan, se preguntan en lo profundo del alma:
“¿Qué queda para mí en Dios… si ya estoy anciano?”
📖 Pero Dios sí dice algo. Y lo dice fuerte:
"Aun en la vejez darán fruto; estarán vigorosos y verdes…" – Salmo 92:14
"Corona de honra es la vejez, que se halla en el camino de justicia." – Proverbios 16:31
"Hasta vuestra vejez yo seré el mismo, y hasta las canas os soportaré." – Isaías 46:4
Dios no jubila a sus siervos.
Los honra.
Los sostiene.
Los hace aún más valiosos.
Porque ellos no cargan solo años… cargan legado.
Un joven soldado puede tener fuerza y entusiasmo.
Pero un anciano creyente… Ese lleva galardones invisibles en el alma:
La medalla de haber orado sin respuesta, y aun así no haber soltado la fe.
La medalla de haber criado hijos en medio de crisis y escasez.
La medalla de haber sido fiel cuando nadie aplaudía.
Cada arruga es una historia.
Cada cicatriz es una prueba superada.
Cada día más… es una victoria en sí misma.
Y sí, quizás muchos no tengan redes sociales, ni títulos, ni fama.
Pero en el cielo, su nombre resuena fuerte.
Porque Dios no ve lo exterior, sino lo eterno.
Muchos piensan que cuando llegan las arrugas y las canas, también llega el final del propósito. Pero yo lo veo diferente. Veo medallas.
Veo hombres y mujeres que han pasado tormentas, guerras, pérdidas, victorias… y siguen de pie.
Tal vez ya no tan fuertes físicamente, pero más firmes que nunca en el espíritu.
Un joven en el ejército puede tener energía, pero ustedes tienen galardones.
Cada cicatriz, cada arruga, cada recuerdo…
es un testimonio de que Dios los sostuvo.
¡Y eso no es poco!
Ustedes no están de más.
Ustedes están llenos de gloria.
La Biblia lo dice claro:
"Aun en la vejez darán fruto; estarán vigorosos y verdes…" – Salmo 92:14
No se trata solo de haber sobrevivido.
Se trata de haber sido fieles.
Se trata de que, después de todo lo vivido,
siguen aquí.
Y si siguen aquí,
es porque Dios aún tiene algo para ustedes.
No es el final.
Es la antesala de la eternidad.
Y yo les honro.
Porque veo en ustedes la corona de honra.
Veo a los que abrieron caminos.
Veo a los que oraron en silencio por generaciones.
Veo a los que tal vez el mundo olvidó…
…pero que el cielo aplaude de pie.
Si vos sos joven, llevá esta perspectiva.
Y si sos de los que ya tienen historia…
Gracias por resistir. Gracias por permanecer. Gracias por no soltar la fe.
Lo mejor de tu historia no está en el pasado, está en lo eterno.
Y en esta tierra todavía queda un fruto que dar.